viernes, 29 de junio de 2012

Al tope de la tarde


Sujeta unos segundos tu cerebro unos segundos
¿Lo sientes?
Ese es el sonido agobiante de la tarde
Cuando las ideas se arrastran
Se aprieta el pecho
Se cansa el alma
La canción  caótica de los ojos pesados
la  boca seca, explosiva
Asesina
Ni mucha luz para reír
Ni muy poca para dormir
                     Para bailar
                     Para estar contigo
Junto a mí
La loca y demencial tarde
Otoñal cuando es otoño
Otoñal cuando es verano
Otoñal
todos los días del año
profunda
Hiriente
Discordia entre dientes
Entre manos
Entre la pared
Y el filo de la hoja de tus labios
Del suicidio
Del amor no consolidado
Deconstruido
El sonido del sabor de  mis aullidos
El color de mi vejez
El olor de mi desesperación.

Sulfatada


Washita, washita carnua
sulfatada, necesitada, adornada
es un regalo,
es un tesoro
es un pendiente en el árbol de los discotequeros

un orgasmo comprimido

agitado
es un cuerpito cuerpecito
delicado, acostumbrado
caliente
caliente como ninguna
como otra
como cualquiera
como todas esas
esas son todas
y entre todas
se ganan de frente
me rodean
me derriban
Y chorrean su excitación por mi
como nunca
por eso están
para maltratarme
dividir mis miembros
y llevarse mi duelo
por entre sus carnes orgasmicas
sus carreteas suicidas
Su piel, el terciopelo de mi tumba

sábado, 28 de enero de 2012

Casi autoretrato

Yo no vengo del puerto
ni de un mundo de poetas
ni mi madre ni mi padre
me enseñaron autores
quizas, un par de profesores
yo no tengo tierras magicas
ni una politica lucha en casa
no tengo hermosas canciones
ni de bosques y magia.
Soy santiaguino de santiago
y en santiago yo olvido
soy cuidadano, de entre citadinos
soy joven torpe
cabro chico
cabro grande
como a veces se puede ser
no soy alcoholico
ni drogadicto
ni me lleno el cuerpo con nada
ni de cine y libros, teatro
Nada.
pertenezco a la estirpe maldita
de los poetas rechazados.

La confundida

Preguntandose por que
se vira lejos
con un overdrive en los oidos
descansando a cortes y ratos en la micro
medio dormida
medio agotada
por el calor medio sofocada
preguntandose por qué
no se le quita el olor de la boca
y el recuerdo de los dias nublados y agobiantes
de ojitos hirviendo
de cuerpo postrado
juntos toda la tarde
tocandose toda la tarde
deshechos de las melodias del sexo
y unas pocas sonrisas.

Sistemas y funciones (acerca de ella)

Ella me dejo pensando
ella en especial, me dejo pensando
ella, especificamente en ella
me mantuvo pendiente
colgando de lo que sea
suspendido para apreciarla en 360
o con 2 dimensiones
y una plataforma severa
me quede así
pensando
en que nunca mas le vería
soñando que jamás la vería
tan linda como ahora
me ha dejado así
sin tener idea de nada
tampoco lo haría otra vez
y me pasare la tarde pensando
en ella
en especificamente ella
en sus dimensiones
y el camino insignificante
de la locomoción colectiva.

viernes, 16 de diciembre de 2011

Mujeriego uno

Estas prohibida, atrapada, enmascarada
Antropofobica y estrellada
Contra el muro
La pared sanguinolenta de mis deseos

Chica, chica del escote pronunciado
Arribista estrecho
Tus pechos rosados
Sujeta mi lánguido argumento

Tu mano entre mi pecado
Mujer del grueso instinto
Corrompe mi casa
Con el nostos entre las piernas

Y efervescente la boca busca
Hiriente y lasciva
Entre la guerra que desata el cuerpo
Y la lengua que solicita
Sobre tu piel combustible.

sábado, 3 de diciembre de 2011

Al calor de la tierra


Las tardes veraniegas son definitivamente, las que más disfruto. Huir de las maquinas un tiempo y sumirse en la espesura y el calor, el aroma de los naranjos y la tierra mojada.

  Y aconteció que una de esas tardes me hallaba yo desamparado y adusto, contando en un cuaderno los sueños y recuerdos que en alguna instancia tuve. Era una escena amena, aunque melancólica, y es que la nostalgia decanta abruptamente durante el mes de enero, esa era mi imagen, un mozuelo huraño con el ceño fruncido y marchito, aun cuando solo soy un muchacho un chico hundido en los espacios que la memoria destina al reposo de mi cuerpo.

  Ella solía estar ahí, a veces llegaba a llenarme la cabeza de remembranzas, otra me encaminaba hasta la banca y aunque yo no pretendía amarle, a ratos me exigía un gesto de cariño. Esa era la tarde, retratándola en un verso, victoreando su partida aun entre los escombros de mi derrota.
Ella no existe más.

  Había pasado un rato desde que estaba situado ahí en la plazuela, el verso ya era un poema y la luz del sol estaba madura
era el éxtasis de mi desolación. Cuando inesperadamente fui interrumpido por alguien más. No le di atención, aunque alcance a distinguir un cuerpo femenino
¡Si! Era una mujer, se había parado en frente Mio y su sombra ennegrecía la hoja de papel. No quise mirarla.
Creí que al rato se aburriría y se marcharía, mas tuvo la osadía de sentarse a mi lado
su respiración me pareció muy ansiosa
-¿Qué quieres? Le dije con austeridad sin levantar la vista del cuaderno
-¿No puedo solamente charlar contigo? Me respondió
-Dime una cosa, ¿te parezco un hombre solitario? Inquirí sin erguir la vista
-No lo se, suelo frecuentar el lugar y siempre estas aquí. ¿Qué te ocurre?
 
  En ese momento, me zambullí en un hondo rencor, mi lengua se retorció con brutalidad y replique en mi defensa
¿Y vienes a que? ¿A mofarte, a compadecerme a robarme? ¿Qué queda de mi si no los restos de las alegrías pasadas?
Respire con fuerza y la mire…
¡Era bellísima! Sus ojos densos penetrantes y furtivos, de mejillas tensas y sonrisa simétrica. Nunca la había visto, ni tampoco recuerdo semejante hermosura, me petrifico, nublo por completo mis remembranzas y me incrusto, una maquina percusora entre mi garganta y mi tórax ¡tac, tac, tac! Quise balbucear algo, no me recordaba ni a mi mismo
mi expresión misma se había transformado en la estupefacción más ridícula, me sentí estúpido ¡TAC TAC! La maquina automática. Y ella, ella solo se sonrojaba un tanto y reía otro poco, me miro con ternura y me pregunto
¿te sientes bien?
Sus palabras estallaron en mis oídos, me golpearon en mi lóbulo frontal y descompusieron en su totalidad mi postura, me sentí débil.
Vacile unos segundos antes de poder recuperar la forma y le dije
-¿Qué quieres?- me sentía mas tranquilo
-Pues charlar contigo, estabas muy alterado- me contesto con duda
Yo suspire levemente, casi como desilusionado, mire al suelo y ya con mayor tranquilidad le pregunte su nombre.
Pasamos varios minutos sentados, unos 45 si mal no recuerdo, me hablaba sobre su infancia, veranos en la playa y amores fugaces de cielo estrellado. Le escuchaba con atención, callado, como suelen ser los de mi tipo, tal vez por eso los odio tanto, De pronto se detuvo, le quede mirando y me dijo
-no estas oyéndome- Le rebatí en seguida, no me sentía con ganas de emitir comentarios, ella asintió. Siguió hablando, me parecía una chica hilarante y al mismo tiempo me sentía como atrapado entre su aliento y mi ineptitud
Abrí la boca –Es tarde- Y se derramó el silencio con fuerza
¿Te marchas ya? Me preocupo
No se que decirte. Llegas de un momento a otro y arremetes con brutalidad, te haces mi amiga y tengo que oírte asintiendo con la cabeza, absorbiendo cada palabra, cada maldito fonema, mientras trato de hallarle sentido
¿Quién eres en verdad? ¿Quién te ha provisto de tu singular belleza?
maldigo el día en que fui concebido, todos los días y cada día que sucede ¿vienes a anunciarme mi muerte, o la cúspide de mi desesperación?
Porque, aun cuando tu faz hipnótica  y severa me enclaustra, no ha apaciguado el sentirme un bobo, un solitario, un hereje, son las perdidas ¿sabes?
Ellas te secan, consumen tu carne y lo que en ellas ocultas, mujeres pérfidas, bendecidas como tu, tu, tu boca hirviendo y tu nombre insostenible
Elena ¿Qué haces aquí?
Mi  discurso fue fatídico, sopesaba en mi mente y entre mis encías resonó  brillante el eco nocturno
Otra vez su voz dulce –eres todo un romántico-
Sujete con fuerza el cuadernito entre mis manos
-¿ah si? ¡Como me gusta serlo! Podría darme un tiro esta noche
Su risita inocente me corrompía segundo a segundo
-¿quieres volver a verme?
Por supuesto, le conteste, no me cansaría de tenerte.
Quiso besarme, mas oculte mi cabeza, la sensación entera era una turbulencia, el sonido demoledor de los edificios cayendo, mi transpiración fría, el zumbar de los latidos, el ladrido de los perros. La noche estaba en mi contra, las fieras y los demonios reían a mí alrededor, bailaban al ritmo de los gritos de mi cuerpo
Me puse de pie, le di la espalda y huí.
A veces suele venir a mirarme, lo hace desde el otro extremo de la plaza
Todos los días.
Y todos los días soy el mismo extraño, el mismo que nunca ha logrado olvidar esa tarde, el olor de los naranjos el espesor del viento, no, no se desprenden de mi flagelo, pues aún después de muerto, seria la oscuridad y la tierra mojada.